París, la capital de Francia, podría acaparar toda la atención del turista, pero dentro del norte del país encuentra una gran competencia con otros destinos, que en muchísimos caso...
París, la capital de Francia, podría acaparar toda la atención del turista, pero dentro del norte del país encuentra una gran competencia con otros destinos, que en muchísimos casos podrían complementarse y dar forma a un nuevo viaje. Así, antes de llegar a París podría hacerse perfectamente un recorrido por todo el Valle del Loira y sus míticos castillos, Blois, Chambord, Chenonceau por ejemplo, y luego continuar hasta Bretaña, donde se confunde la tradición con la leyenda. Y en el punto donde limitan Bretaña y Normandía, el Mont Saint Michel, una de las imágenes más populares y famosas de toda Francia y también uno de los lugares más visitados. Continuando la ruta, Normandía con sus suaves paisajes y sus playas, algunas de ellas escenario del histórico desembarco de las tropas aliadas que daría comienzo al final de la II Guerra Mundial. La región de Nord y Pas de Calais nos vuelvan a recordar sus veraniegas playas y unas ciudades industriales, caso de Lille, que se han modernizado y convertido en importantes centros culturales. Champagne, famosa por su vino blanco que se ha convertido en sinónimo del buen vivir tiene en Reims su capital, en torno a la cual se extienden los viñedos y bodegas. Y continuando con la ruta del vino, Borgoña es otra de las grandes referencias mundiales del vino de calidad, una zona donde será inevitable visitar alguna de sus bodegas y permitirá descubrir unas bonitas ciudades, Dole, Dijon, Beaune y Cluny con su famosa abadía. Justo en la frontera con Alemania, Alsacia y Lorena, tantas veces en liza y que tiene sus principales referentes turísticos en las ciudades de Strasbourg, Colmar o Nancy y en sus ondulados paisajes donde crecen sus viñedos.