Un cuento para que los niños aprendan a reconocer los valores y a disfrutar plenamente de la infancia. Porque en una sociedad a menudo amenazada por el consumo, conviene que no olv...
Un cuento para que los niños aprendan a reconocer los valores y a disfrutar plenamente de la infancia. Porque en una sociedad a menudo amenazada por el consumo, conviene que no olviden la importancia de las relaciones humanas, del juego tradicional y de la experimentación como actividades indispensables para conocer el mundo y establecer lazos afectivos. Las ilustraciones de Elena Odriozola, de trazo delicado e intimista, con una paleta de colores suave y contenida, resuelven de manera eficaz, tanto técnica como conceptualmente, una secuencia de situaciones en las que la sutileza y la finura sobresalen, como rasgos dominantes de esta excelente propuesta plástica